El evangelio entro a nuestro por medio de mi madre. A quien admiro y amo con todo mi corazón. Su trasformación fue tal que nos animó a asistir a la iglesia y escuchar de la palabra de Dios. A la edad de ocho años comencé a escuchar de Cristo, sin embargo no era el tiempo de Dios para mí. Seguí asistiendo a la iglesia a mano de mi madre y como mi carácter siempre fue tranquilo todos a mí alrededor pensaban que era una niña excelente, muy bien portada y con buenos valores, sin embargo yo sabía muy dentro de mí que algo faltaba. A los 14 años mi madre decidió enrolarme en una escuela cristiana. En una de las capillas, recuerdo que el predicador estaba hablando de lo que éramos realmente delante de Dios. Ese mensaje toco mi corazón y recuerdo estar en mis rodillas ese día reconociendo a Dios como mi salvador.